La ruina de sanidad pública a la que hemos llegado por nuestra mala cabeza.

Estos son los síntomas más renombrados de la COBID- 19:

Fiebre, tos seca, cansancio, dolor, dolor de garganta, diarrea, conjuntivitis, dolor de cabeza, pérdida del gusto o del olfato, erupción a la piel o decoloración de los dedos de las manos o de los pies, dificultad para respirar o falta de aire, dolor o presión al pecho, pérdida del habla o del movimiento…

Si tienes alguno de estos síntomas y llamas a la seguridad social te harán ir al ambulatorio más cercano, estés como estés o sea cual sea tu capacidad de desplazamiento. Te harán una PCR y si sale negativa te envían para casa con la recomendación de que si tienes otros síntomas vuelvas a presentarte a que te hagan otra PCR, ya que puede dar un falso negativo.

Sin más exploración, sin buscar un agente alternativo, tan sólo puede ser COBID, tomate un paracetamol y vete a casa.

No se te ocurra tener cualquier otra enfermedad que coincida con alguno (no con varios) de los síntomas que contiene la larga serie de signos y síntomas que acumula la enfermedad producida por el SARS-CoV-2. No tengas algún tipo de infección, no tengas algún tipo de alergia no diagnosticada previamente, no tengas algún tipo de tumor o sea no tengas nada que no sea COBID-19 porque no serás diagnosticado y ni mucho menos tratado.

Lo dicho o tienes COVID o te vas a casa sin diagnóstico, tal vez a morirte.

A esto han degradado la ya antes debilitada sanidad pública a un sistema cutre de urgencias automatizadas, en el cual no tienes profesional de referencia. Si por casualidad te hacen algún tipo de pruebas (normalmente patologías de traumatología que no se pueden achacar a la COVID) no sabrás que profesional te atenderá una vez echas, si es que te atienden, ni quien te hará el primer seguimiento, ni el segundo… Te atenderán por teléfono, si consigues contactar, por alguna aplicación telemática, si es que tienes acceso a internet o estás obligado a hacer cola a la puerta de tu ambulatorio sea cual sea tu estado de mala salud.

Olvidan que el paciente es el que padece no el que tiene que ha de tener paciencia. Olvidan que la enfermedad no existe es el enfermo el que existe y este es único en su patología y que por lo tanto no se puede dejar en manos de algoritmos telemáticos el diagnóstico. Se ha de escuchar, ver, oír y tocar al paciente para llevar a buen término el diagnóstico.

Pero si no ¿Cómo podrían competir y sacar indecentes cantidades de dinero las compañías de “salud” que ya no ofrecen consultas si no diagnosis por teléfono?

Resumiendo, aprovechando la COVID-19, han dejado un páramo en lo que fue la sanidad pública, para que las privadas te ofrezcan diagnósticos cibernéticos y te saquen las perras que te queden después de todo lo espoliado por las demás (o el mismo accionariado) empresas de servicios

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